Cuando una obra de paisaje finaliza, es el momento más desprotegido y además es cuando las plantas comienzan a habituarse al lugar, a crecer y desarrollarse, a convivir entre ellas y armar su propio microclima.
A diferencia de una obra de arquitectura, cuando finaliza se muestra en todo su esplendor.
Para el caso del paisaje comienza su mantenimiento.
Ello requiere la adaptación al sistema de riego, frecuencia, tiempos, orientación de los emisores (debido al viento), ajustes.
Un jardín finalizado es como un bebé recién nacido. Comienza la vida y la adaptación de todos los que los rodean y conviven con ellos.
La vegetación es igual.
Requiere de mayor cuidado al principio hasta que las plantas arraiguen y luego el mantenimiento disminuye.
Pero continúa ya que el paisaje natural es un ser vivo, y como tal, crece, se reproduce y muere.